jueves, 5 de julio de 2007

5 DE JULIO DE 1811 - ACTA DE INDEPENDENCIA DE VENEZUELA


Vencer es vivir y el pueblo Venezolano fulgura en el nuevo amanecer de América porque ya han escalado la cima del Chimborazo y vencen la muerte disfrutando del fruto de los semerucos. La nueva siembra crece en la primavera que se asoma en el umbral de la superación de las devastaciones que nos ha dejado el colonialismo, el imperialismo y del oprobio capitalista. Con la virtud, la lanza, el machete, el fusil, la valentía, la ilusión, la tradición revolucionaria y la sabiduría popular de un pueblo consciente y generoso que ha comenzado a cincelar el futuro, arando en la fertilidad de los tiempos…
ACTA DE INDEPENDENCIA DE VENEZUELA
En el nombre de Dios Todopoderoso, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la Confederación americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y legítimamente desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y la ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva dinastía constituida sin nuestro consentimiento, queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la fuerza, por más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los acontecimientos humanos, patentizar al universo las razones que han emanado de estos mismos acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía.


No queremos, sin embargo, empezar alegando los derechos que tiene todo país conquistado, para recuperar su estado de propiedad e independencia; olvidamos generosamente la larga serie de males, agravios y privaciones que el derecho funesto de conquista ha causado indistintamente a todos los descendientes de los descubridores, conquistadores y pobladores de estos países, hechos de peor condición, por la misma razón que debía favorecerlos; y corriendo un velo sobre los trescientos años de dominación española en América, sólo presentaremos los hechos auténticos y notorios que han debido desprender y han desprendido de derecho a un mundo de otro, en el trastorno, desorden y conquista que tiene ya disuelta la nación española.


Este desorden ha aumentado los males de la América, inutilizándole los recursos y reclamaciones, y autorizando la impunidad de los gobernantes de España para insultar y oprimir esta parte de la nación, dejándola sin el amparo y garantía de las leyes.


Es contrario al orden, imposible al gobierno de España, y funesto a la América, el que, teniendo ésta un territorio infinitamente más extenso, y una población incomparablemente más numerosa, dependa y este sujeta a un ángulo peninsular del continente europeo.


Las sesiones y abdicaciones de Bayona, las jornadas del Escorial y de Aranjuez, y las órdenes del lugarteniente duque de Berg, a la América, debieron poner en uso los derechos que hasta entonces habían sacrificado los americanos a la unidad e integridad de la nación española.


Venezuela, antes que nadie, reconoció y conservó generosamente esta integridad por no abandonar la causa de sus hermanos, mientras tuvo la menor apariencia de salvación.


América volvió a existir de nuevo, desde que pudo y debió tomar a su cargo su suerte y conservación; como España pudo reconocer, o no, los derechos de un rey que había apreciado más su existencia que la dignidad de la nación que gobernaba.


Cuantos Borbones concurrieron a las inválidas estipulaciones de Bayona, abandonando el territorio español, contra la voluntad de los pueblos, faltaron, despreciaron y hollaron el deber sagrado que contrajeron con los españoles de ambos mundos, cuando, con su sangre y sus tesoros, los colocaron en el bono a despecho de la Casa de Austria; por esta conducta quedaron inhábiles e incapaces de gobernar a un pueblo libre, a quien entregaron como un rebaño de esclavos.


Los intrusos gobiernos que se abrogaron la representación nacional aprovecharon pérfidamente las disposiciones que la buena fe, la distancia, la opresión y la ignorancia daban a los americanos contra la nueva dinastía que se introdujo en España por la fuerza; y contra sus mismos principios, sostuvieron entre nosotros la ilusión a favor de Fernando, para devorarnos y vejarnos impunemente cuando más nos prometían la libertad, la igualdad y la fraternidad, en discursos pomposos y frases estudiadas, para encubrir el lazo de una representación amañada, inútil y degradante.


Luego que se disolvieron, sustituyeron y destruyeron entre si las varias formas de gobierno de España, y que la ley imperiosa de la necesidad dictó a Venezuela el conservarse a sí misma para ventilar y conservar los derechos de su rey y ofrecer un asilo a sus hermanos de Europa contra los males que les amenazaban, se desconoció toda su anterior conducta, se variaron los principios, y se llamó insurrección, perfidia e ingratitud, a lo mismo que sirvió de norma a los gobiernos de España, porque ya se les cerraba la puerta al monopolio de administración que querían perpetuar a nombre de un rey imaginario.


A pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la inviolabilidad de nuestros principios, contra la voluntad de nuestros hermanos de Europa, se nos declara en estado de rebelión, se nos bloquea, se nos hostiliza, se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura desacreditarnos entre las naciones de Europa implorando sus auxilios para oprimirnos.


Sin hacer el menor aprecio de nuestras razones, sin presentarlas al imparcial juicio del mundo, y sin otros jueces que nuestros enemigos, se nos condena a una dolorosa incomunicación con nuestros hermanos; y para añadir el desprecio a la calumnia se nos nombran apoderados, contra nuestra expresa voluntad, para que en sus Cortes dispongan arbitrariamente de nuestros intereses bajo el influjo y la fuerza de nuestros enemigos.


Para sofocar y anonadar los efectos de nuestra representación, cuando se vieron obligados a concedérnosla, nos sometieron a una tarifa mezquina y diminuta y sujetaron a la voz pasiva de los ayuntamientos, degradados por el despotismo de los gobernadores, la forma de la elección; lo que era un insulto a nuestra sencillez y buena fe, más bien que una consideración a nuestra incontestable importancia política.


Sordos siempre a los gritos de nuestra justicia, han procurado los gobiernos de España desacreditar todos nuestros esfuerzos declarando criminales y sellando con la infamia, el cadalso y la confiscación, todas las tentativas que, en diversas épocas, han hecho algunos americanos para la felicidad de su país, como lo fue la que últimamente nos dictó la propia seguridad, para no ser envueltos en el desorden que presentíamos, y conducidos a la horrorosa suerte que vamos ya a apartar de nosotros para siempre; con esta atroz política, han logrado hacer a nuestros hermanos insensibles a nuestras desgracias, armarlos contra nosotros, borrar de ellos las dulces impresiones de la amistad y de la consanguinidad, y convertir en enemigos una parte de nuestra gran familia.


Cuando nosotros, fieles a nuestras promesas, sacrificábamos nuestra seguridad y dignidad civil por no abandonar los derechos que generosamente conservamos a Fernando de Borbón, hemos visto que a las relaciones de la fuerza que le ligaban con el Emperador de los franceses ha añadido los vínculos de sangre y amistad, por lo que hasta los gobiernos de España han declarado ya su resolución de no reconocerle sino condicionalmente.


En esta dolorosa alternativa hemos permanecido tres años en una indecisión y ambigüedad política, tan funesta y peligrosa, que ella sola bastaría a autorizar la resolución que la fe de nuestras promesas y los vínculos de la fraternidad nos habían hecho diferir; hasta que la necesidad nos ha obligado a ir más allá de lo que nos propusimos, impelidos por la conducta hostil y desnaturalizada de los gobiernos de España, que nos ha relevado del juramento condicional con que hemos sido llamados a la augusta representación que ejercemos.


Mas nosotros, que nos gloriamos de fundar nuestro proceder en mejores principios, y que no queremos establecer nuestra felicidad sobre la desgracia de nuestros semejantes, miramos y declaramos como amigos nuestros, compañeros de nuestra suerte, y participes de nuestra felicidad, a los que, unidos con nosotros por los vínculos de la sangre, la lengua y la religión, han sufrido los mismos males en el anterior orden; siempre que, reconociendo nuestra absoluta independencia de él y de toda otra dominación extraña, nos ayuden a sostenerla con su vida, su fortuna y su opinión, declarándolos y reconociéndolos (como a todas las demás naciones) en guerra enemigos, y en paz amigos, hermanos y compatriotas.


En atención a todas estas sólidas, públicas e incontestables razones de política, que tanto persuaden la necesidad de recobrar la dignidad natural, que el orden de los sucesos nos ha restituido, en uso de los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo pacto, convenio o asociación que no llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos, creemos que no podemos ni debemos conservar los lazos que nos ligaban al gobierno de España, y que, como todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados para no depender de otra autoridad que la nuestra, y tomar entre las potencies de la tierra, el puesto igual que el Ser Supremo y la naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad.


Sin embargo de que conocemos las dificultades que trae consigo y las obligaciones que nos impone el rango que vamos a ocupar en el orden político del mundo, y la influencia poderosa de las formas y habitudes a que hemos estado, a nuestro pesar, acostumbrados, también conocemos que la vergonzosa sumisión a ellas, cuando podemos sacudirlas, sería más ignominiosa para nosotros, y más funesta para nuestra posteridad, que nuestra larga y penosa servidumbre, y que es ya de nuestro indispensable deber proveer a nuestra conservación, seguridad y felicidad, variando esencialmente todas las formas de nuestra anterior constitución.


Por tanto, creyendo con todas estas razones satisfecho el respeto que debemos a las opiniones del género humano y a la dignidad de las demás naciones, en cuyo número vamos a entrar, y con cuya comunicación y amistad contamos, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro proceder y de la rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y celestiales auxilios, y ratificándole, en el momento en que nacemos a la dignidad, que su providencia nos restituye el deseo de vivir y morir libres, creyendo y defendiendo la santa, católica y apostólica religión de Jesucristo. Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límite y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes. Y para hacer válida, firme y subsistente esta nuestra solemne declaración, demos y empeñamos mutuamente unas provincias a otras, nuestras vidas, nuestras fortunas y el sagrado de nuestro honor Nacional.
Dada en el Palacio Federal y de Caracas, firmada de nuestra mano, sellada con el gran sello provisional de la Confederación, refrendada por el Secretario del Congreso, a cinco días del mes de julio del año de mil ochocientos once, el primero de nuestra independencia. Por la provincia de Caracas, Isidoro Antonio López Méndez, diputado de la ciudad de Caracas; Juan Germán Roscio, por el partido de la villa de Calabazo; Felipe Fermín Paul, por el partido de San Sebastian; Francisco Javier Ustáriz, por el partido de San Sebastián; Nicolás de Castro, diputado de Caracas; Juan Antonio Rodríguez Domínguez, Presidente, diputado de Nutrias, en Barinas; Luis Ignacio Mendoza, Vicepresidente, diputado de Obispos, en Barinas; Fernando de Peñalver, diputado de Valencia; Gabriel Pérez de Pagola, diputado de Ospino; Salvador Delgado, diputado de Nirgua; el Marqués del Toro, diputado de la ciudad del Tocuyo; Juan Antonio Díaz Argote, diputado de la Villa de Cura; Gabriel de Ponte, diputado de Caracas; Juan José Maya, diputado de San Felipe; Luis José de Cazorla, diputado de Valencia; doctor José Vicente Unda, diputado de Guanare; Francisco Javier Yanes, diputado de Araure; Fernando Toro, diputado de Caracas; Martín Tovar Ponte, diputado de San Sebastián; Juan Toro, diputado de Valencia; José Ángel de Álamo, diputado de Barquisimeto; Francisco Hernández, diputado de San Carlos; Lino de Clemente, diputado de Caracas. Por la provincia de Cumaná, Francisco Javier de Mayz, diputado de la capital; José Gabriel de Alcalá, diputado de ídem; Juan Bermúdez, diputado del Sur; Mariano de la Cova, diputado del Norte. Por la de Barcelona, Francisco Miranda, diputado del Pao; Francisco Policarpo Ortiz, diputado de San Diego. Por la de Barinas, Juan Nepomuceno de Quintana, diputado de Achaguas; Ignacio Fernández, diputado de la capital de Barinas; Ignacio Ramón Briceño, representante de Pedraza; José de Sata y Bussy, diputado de San Fernando de Apure; José Luis Cabrera, diputado de Guanarito; Ramón Ignacio Méndez, diputado de Guasdualito; Manuel Palacio, diputado de Mijagual. Por la de Margarita, Manuel Plácido Maneyro. Por la de Mérida, Antonio Nicolás Briceño, diputado de Mérida; Manuel Vicente de Maya, diputado de la Grita. Por la de Trujillo, Juan Pablo Pacheco. Por la villa de Aragua, provincia de Barcelona, José María Ramírez. Refrendado: Hay un sello. Francisco Isnardy, Secretario.


Palacio Federal de Caracas, 8 de julio de 1811. Por la Confederación de Venezuela, el Poder Ejecutivo ordena que el Acta antecedente sea publicada, ejecutada y autorizada con el sello del Estado y Confederación.
Cristóbal de Mendoza, Presidente en turno; Juan de Escalona; Baltasar Padrón; Miguel José Sanz, Secretario de Estado; Carlos Machado, Canciller Mayor; José Tomas Santana, Secretario de Decretos.


En consecuencia el Supremo Poder Ejecutivo ordena y manda que se pase oficio de ruego y encargo al muy reverendo Arzobispo de esta Diócesis, para que disponga que el día de la solemne publicación de nuestra Independencia, que debe ser el domingo 14, se dé, como voluntariamente ha ofrecido y corresponde, un repique de campanas en todas las iglesias de esta capital, que manifieste el júbilo y alegría del virtuoso pueblo caraqueño y su prelado apostólico. Y que en acción de gracias al Todopoderoso por sus beneficios, auxilios y suma bondad en restituirnos al estado en que su providencia y sabiduría infinita creo al hombre, se cante el 16 misa solemne con Tedeum en la Santa Iglesia Metropolitana, asistiendo a la función todos los cuerpos y comunidades en la forma acostumbrada.


Que se haga salve general por las tropas al acto de dicha publicación y se enarbole la bandera y pabellón nacional en el cuartel de San Carlos, pasándose al efecto la orden al Gobernador militar por la Secretaria de Guerra; y desde hoy en adelante se use por todos los ciudadanos, sin distinción, la escarapela y divisa de la Confederación venezolana, compuesta de los colores azul celeste al centro, amarillo y encarnado a las circunferencias, guardando en ella uniformidad.


Que se ilumine por tres noches la ciudad, de un modo noble y sencillo, sin profusión ni gastos importunos, empezando desde el propio día domingo.
Que inmediatamente se reciba a la tropa el juramento de reconocimiento y fidelidad, prescrito por el Supremo Congreso, cuyo acto solemne se hará públicamente, y a presencia del referido gobernador militar y demás jefes de la guarnición.


Que en los días subsecuentes al de esta publicación, comparezcan ante S. A. el Supremo Poder Ejecutivo todos los cuerpos de esta ciudad, políticos, eclesiásticos y militares, a prestar el propio juramento, y que por lo embarazoso y dispendioso que se haría este acto, si hubiesen de prestarlo también todos los individuos ante S. A., se comisiona a los alcaldes de cuartel, para que con la escrupulosidad, circunspección y exactitud que corresponde en materia tan delicada, procedan a tomarle , y recibirle por la formula que se les comunicará, conforme a lo prescrito por el Supremo Congreso, concurriendo a sus casas, o donde señalaren los de cada cuartel, desde el miércoles 17 del corriente, a las nueve de la mañana hasta la una; y por la tarde, desde las cuatro hasta las siete de la noche; prevenidos de que este juramento será el acto característico de su naturalización y calidad de ciudadano, como también de la obligación en que quedará el Estado a proteger su honor, persona y bienes; sentando en un libro esta operación que deben firmar los juramentados, si supieren, o en su defecto otro a su ruego, cuyo libro deberán remitir dentro de veinte días, que se asignan de término para esto, a la Secretaria de Estado para archivarse.


Que se pase por las respectivas secretarias aviso a los comandantes militares y políticos de los puertos de La Guaira y Cabello, y a las demás justicias y regimientos de las ciudades, villas y lugares de esta provincia, con copia del acta, y decreto del Supremo Congreso, relativo a ella, para que dispongan su ejecución, publicación y cumplimiento, y se haga el juramento, según queda ordenado.


Que se comunique también a las provincias confederadas para su inteligencia y observancia, como lo ordena el Supremo Congreso. Y finalmente, que en el concepto de que por la declaratoria de Independencia han obtenido los habitantes de estas provincias y sus confederadas, la dignidad y honrosa vestidura de ciudadanos libres, que es lo más apreciable de la sociedad, el verdadero título del hombre racional, el terror de los ambiciosos y tiranos, y el respeto y consideración de las naciones cultas, deben por lo mismo sostener a toda costa esta dignidad, sacrificando sus pasiones a la razón y a la justicia, uniéndose afectuosa y recíprocamente; y procurando conservar entre sí la paz, fraternidad y confianza que hacen respetables, firmes y estables los estados, cuyos miembros proscriben las preocupaciones insensatas, odios y personalidades, que tanto detestan las sabias máximas naturales, políticas y religiosas; en el concepto de que el Supremo Gobierno sabe muy bien que no hay para los ciudadanos nada más sagrado que la patria, ni más digno de castigo que lo contrario a sus intereses; y que por lo mismo sabrá imponer con la mayor severidad las penas a que se hagan acreedores los que de cualquier modo perturben la sociedad y se hagan indignos de los derechos que han recuperado por esta absoluta independencia ya declarada, y sancionada legítimamente con tanta razón, justicia, conveniencia y necesidad.


El Supremo Poder Ejecutivo, finalmente, exhorta y requiere, ordena y manda a todos, y a cada uno de los habitantes, que uniéndose de corazón y resueltos de veras, firmes, fuertes y constantes, sostengan con sus facultades corporales y espirituales la gloria que con tan sublime empresa adquieren en el mundo, y conservarán en la historia con inmortal renombre.


Dado en el Palacio Federal de Caracas, firmado de los ministros que componen el Supremo Poder Ejecutivo, sellado con el provisional de la Confederación, y refrendado del infrascrito secretario, con ejercicio de decretos.
Cristóbal de Mendoza, Presidente en turno. Juan de Escalona. Baltazar Padrón. José Tomás Santana, Secretario.

INGLES

In the name of Almighty God, we, the representatives of the United Provinces of Caracas, Cumana, Barinas, Margarita, Barcelona, ​​Merida and Trujillo, which form the American confederation of Venezuela in the southern continent, in Congress assembled, and considering the full and absolute possession of our rights, we recovered a fair and legitimate from the April 19, 1810, on the day following the occupation of Bayonne and the Spanish throne by conquest and succession of a new dynasty formed without our consent, we do, before using the rights that we had private force, over three centuries, and has restored the political order of human events, patenting the universe the reasons that have emanated from those same events and allow the free use we make our sovereignty.


We do not want, however, start claiming the right of every conquered country to recover its property and independence, generously forget the long series of wrongs, grievances and hardships that the right of conquest has caused fatal equally to all descendants of discoverers, conquerors and settlers of these countries, made worse condition, for the same reason that it should benefit them, and a veil over three hundred years of Spanish domination in America, only present the true facts and notorious who have had off and have detached from the right to a world of other, disorder, chaos and conquest that has already dissolved the Spanish nation.

This disorder has increased the evils of America, appeals and complaints unusable, and authorizing the impunity of the rulers of Spain to insult and oppress this part of the nation, leaving it without the support and warranty laws.

Is contrary to impossible the government of Spain, and fatal to America, which, taking it far more extensive territory and a population incomparably more numerous, dependent and subject to an angle mainland of Europe.

Sessions and abdication of Bayonne, the days of the Escorial and Aranjuez, and the orders of Lieutenant Duke of Berg, the American, had put into use rights that had previously killed the Americans to the unity and integrity of the Spanish nation .

Venezuela, before anyone recognized and generously maintained this integrity for not abandoning the cause of his brothers, while he had the semblance of salvation.

America returned to exist again, since it could and should take charge of their fate and conservation, as Spain failed to recognize or not the rights of a king who had appreciated more than their existence which the dignity of the nation he ruled.

Bourbon many attended the invalid stipulations Bayona, leaving the Spanish territory against the will of the people, lack, despised and trampled the sacred duty which contracted with the Spanish of both worlds, when, with his blood and treasure, put them bond in spite of the House of Austria, for this conduct is unfit and incapable of governing a free people, who gave as a herd of slaves.

Intruders governments abrogated treacherously seized national representation provisions in good faith, distance, oppression and ignorance were the Americans against the new dynasty that was introduced into Spain by force and against their own principles, claimed between us the illusion for Ferdinand, to devour and vejarnos impunity when we promise more freedom, equality and fraternity, studied bombastic speeches and phrases to cover up the loop representation rigged, useless and demeaning.

After dissolved, replaced and destroyed each other the various forms of government in Spain, and the law of necessity dictated to Venezuela, kept herself to ventilate and maintain the rights of their king and offer asylum to his brothers Europe against the evils that threatened them, they ignored all his previous conduct, the principles were varied, and was called insurrection, perfidy and ingratitude to the same standard that served as the governments of Spain, because they closed the door the monopoly of administration that wanted to perpetuate the name of an imaginary king.

Despite our protests, our moderation, our generosity, and the inviolability of our principles, against the will of our brothers in Europe, we are declared in a state of rebellion, we are blocked, harassed us, we send officers to mutiny against each other, and attempts to discredit us among the nations of Europe, imploring his aid to oppress us.

Without the slightest appreciation of our reasons, without submission to the fair trial of the world, and judges other than our enemies, we are condemned to a painful lack of communication with our brethren, and to add contempt to appoint proxies we slander against express our will, so that its courts have arbitrarily our interests under the influence and power of our enemies.

To suffocate and overwhelm the effects of our representation, when forced to give it to us, we underwent a petty and tiny fee and subject to the passive voice of municipalities, degraded by the despotism of the rulers, the way the election as that was an insult to our simplicity and good faith, rather than a consideration of our undeniable political importance.

Always deaf to the cries of our righteousness, the governments of Spain sought to discredit our efforts and sealing with declaring criminal infamy, the scaffold and seizure, all the attempts at various times, have made some Americans to happiness country, as was lately issued us with personal security, not to be involved in the disorder that sensed and taken to the dreadful fate that we already away from us forever, this egregious policy have been made to our brothers insensitive to our misfortunes, to arm them against us, they erase the sweet impressions of friendship and kinship, and enemies become part of our family.

When we faithful to our promises, our security and dignity sacrificábamos civil rights by not giving generously to retain Fernando de Borbón, we have seen that the relations of force that bound him to the Emperor of the French has added links blood and friendship, so that even the governments of Spain have already declared their decision not to recognize but conditionally.

In this painful choice we have spent three years in indecision and political ambiguity, so deadly and dangerous, that it alone would suffice to authorize the resolution to the faith of our promises and the bonds of brotherhood we had been different, until we need forced to go beyond what we set out, impelled by hostile and unnatural behavior of governments of Spain, which has relieved us of the oath conditional we are called to the August exercise representation.

But we, We are proud to establish our approach to better principles, and we do not want to establish our happiness on the misfortune of our fellow men, look and declare as our friends, companions of our fate, and partake of our happiness, which, united with us by the ties of blood, language and religion, have suffered the same ills in the previous order, provided that, acknowledging our total independence from him and all other foreign domination, to help us sustain his life, his fortune and his opinion, declared and recognized (as all other nations) enemies in war, in peace friends, brothers and countrymen.

In view of these solid and incontestable public policy reasons that persuaded both the need to restore the natural dignity, the order of events has returned, in exercise of the inalienable rights of peoples to destroy any agreement, convention or association that does not meet the purposes for which governments were instituted, we believe that we can not and must preserve the ties that linking the government of Spain and, like all peoples of the world, we are free and authorized to not rely on authority other than ours, and take between the powers of the earth, as well as the Supreme Being and nature assigned us as we called succession of human events and our own good and useful.

But they know the inherent difficulties and our obligations under the range that we occupy in the world political order, and the powerful influence of the forms and habits we've been, to our regret, used also know that the shameful surrender to them, when we shake, it would be shameful for us, and fatal to our posterity, that our long and painful servitude, which is now our duty to provide our vital conservation, safety and happiness, ranging essentially all forms of our former constitution.

Therefore, believing with all these reasons that we respect content to the opinions of mankind and the dignity of other nations, whose number we enter, and whose communication and friendship we have, we, the representatives of the United Provinces in Venezuela, putting the Supreme Being to witness the justice of our actions and the rectitude of our intentions, imploring his divine and heavenly aid, and ratified at the moment we are born to dignity, his desire restores providence live and die free, believing and defending the holy, catholic and apostolic religion of Jesus Christ. We, therefore, on behalf of and with the will and authority we have the virtuous people of Venezuela, solemnly declare to the world that its United Provinces are, and should be today, in fact and law, free, sovereign and independent and are absolved from all subjection and dependency of the Crown of Spain or to say or they say their agents or representatives, and as such free and independent state has full power to take the form of government that conforms to the general will of their peoples, declare war, make peace, alliances, trade agreements fix, limit and navigation do and perform all other acts they do and run free and independent nations. And to make valid and subsisting firm is our solemn statement, demos and mutually pledge to each one province to another, our lives, our fortunes and our sacred national honor.

Given the Federal Palace in Caracas, signed our hand, sealed with the Great Seal of the Confederacy provisional endorsed by the Secretary of the Congress, five days of July of the year 1811, the first of our independence . The province of Caracas, Antonio Isidoro Lopez Mendez, a member of the city of Caracas, Juan Germain Roscio, the party town of pumpkin Felipe Fermin Paul, by the party of San Sebastian, Francisco Javier Ustáriz by the party San Sebastian Nicolas de Castro, Member of Caracas, Juan Antonio Rodríguez Domínguez, President, Congressman Otter, Barinas, Luis Ignacio Mendoza, Vice President, Member of Bishops, in Barinas, Fernando de Peñalver, deputy in Valencia, Gabriel Perez Pagola , deputy Ospino, Salvador Delgado, deputy Nirgua, the Marquis del Toro, deputy city Tocuyo, Juan Antonio Díaz Argote, member of the Villa de Cura, Gabriel de Ponte, a deputy from Caracas, Juan Jose Maya, a deputy San Felipe, Luis José de Cazorla, MP de Valencia, Dr. José Vicente Unda, Guanare deputy, Francisco Javier Yanes, Araure deputy, Fernando Toro, Caracas deputy, Martin Tovar Ponte, a deputy San Sebastian, Juan Toro, deputy Valencia, Jose Angel Alamo, a member of Barquisimeto, Francisco Hernandez, a deputy San Carlos Lino de Clemente, deputy Caracas. The province of Cumana, Francisco Javier de Mayz, deputy of the capital, Jose Gabriel de Alcalá, deputy ditto; Juan Bermudez, a member of the South, Mariano de la Cova, a member of the North. On the Barcelona, ​​Francisco Miranda, a member of Pao, Francisco Ortiz Polycarp, a deputy San Diego. In the Barinas, Juan Nepomuceno de Quintana, deputy Achaguas, Ignacio Fernandez, member of the city of Barinas, Ignacio Ramón Briceño, representative of Pedraza, Jose Sata and Bussy, a deputy San Fernando de Apure, Jose Luis Cabrera, MP of Guanarito, Ramon Ignacio Mendez, deputy Guasdualito, Manuel Palacio, deputy Mijagual. By Margarita Manuel Plácido Maneyro. By Merida, Antonio Nicolás Briceño, deputy Merida, Manuel Vicente de Maya, deputy shouts. By Trujillo, Juan Pablo Pacheco. In the village of Aragua, province of Barcelona, ​​José María Ramírez. Endorsed: A stamp. Isnardy Francisco, Secretary.

Federal Palace in Caracas, July 8, 1811. By the Confederation of Venezuela, the executive orders that the Act is published history, executed and authorized the seal of the State and the Commonwealth.

Cristobal de Mendoza, current president, Juan Escalona, ​​Baltasar Padrón, José Miguel Sanz, Secretary of State, Carlos Machado, chancellor, Jose Tomas Santana, Secretary decree.

Consequently, the Supreme Executive orders and commands that pass craft of custom request and the Reverend Archbishop of this diocese to have the solemn day of the release of our Independence, that should be Sunday 14, is given as voluntarily offered and appropriate, a peal of bells in all churches of the capital, expressing the joy and happiness of the virtuous people of Caracas and its apostolic prelate. And in thanksgiving to the Almighty for His benefits, and aid in restoring the great kindness to his providence and infinite wisdom created man, they sing the Te Deum 16 Mass with the Holy Metropolitan Church, attending the function all bodies and communities in the usual way.

General salve is made by the troops to the act of publication and are flying the flag and national flag in the barracks of San Carlos, passing the order to effect the Military Governor by the Secretary of War, and from now on be used by all citizens, without distinction, insignia and motto of the Venezuelan Confederation, composed of the colors blue center, yellow and red to the circumferences, keeping it uniform.

Is illuminated for three nights in the city, in a noble and simple, without bothersome profusion and expense, from the very beginning Sunday.

Immediately the troops received the recognition and loyalty oath prescribed by the Supreme Congress, whose ceremony will be publicly and referred to the presence of the military governor and other leaders of the garrison.

In the days subsequent to this publication, brought S. A. the supreme executive power bodies all of this city, political, ecclesiastical and military, to provide the own vows, and so embarrassing and expensive to do this act, if they had to also pay all individuals with S. A., is commissioned to the mayors of barracks, to the conscientiousness, circumspection and accuracy that corresponds delicate matter proceed to take, and received by the formula will be notified, as required by the Supreme Congress by going to their homes, or point out where those of each quarter, from Wednesday the 17th instant, at nine o'clock to one, and in the afternoon from four until seven at night warned that this oath is the characteristic act of naturalization as a citizen, as well as the obligation that the State will protect your honor, person and property, sitting on a book this operation must sign the oath, if we knew, or else another at his request, whose book shall be submitted within twenty days, which are assigned to this term, Secretary of State for filing.

That pass through the respective secretaries warning to military commanders and politicians of the ports of La Guaira and Hair, and other justices and regiments of cities, towns and villages of this province, with a copy of the record and decree of the Supreme Congress on it, to have his execution, publication and enforcement, and the oath is made, as has been ordered.

Be communicated to the provinces confederated for their intelligence and enforcement, as mandated by the Supreme Congress. And finally, in the concept that the declaration of independence have obtained the inhabitants of these provinces and Confederate garb and honorable dignity of free citizens, which is the most significant of society, the real title of rational man, the terror of the ambitious and tyrannical, and respect and consideration of civilized nations must therefore hold that dignity at all costs, sacrificing its passions to reason and justice, loving, mutually binding, and trying to preserve each other's peace, brotherhood and trust that make respectable firm and stable states, the members of outlaw concerns foolish hatreds and personalities, both hate the wise maxims natural, political and religious in the concept that the Supreme Government knows very well that for the citizens there anything more sacred than the country, or more worthy of punishment as contrary to their interests, and therefore know most severely impose penalties on lenders who made those who disturb society anyway and become unworthy of the rights to be recovered by this absolute independence and declared, and rightfully so rightly punished, justice, convenience and necessity.

The supreme executive power, finally, urges and needs, orders and commands all and each of the inhabitants, joining heart and truly resolved, firm, strong and consistent, sustain their physical and spiritual powers that the glory acquired company as sublime in the world, and remain immortal in history with reputation.

Given at the Federal Palace in Caracas, signed by the ministers that make up the supreme executive power, sealed with the provisional Confederate and endorsed the undersigned Secretary, exercise decrees.
Cristobal de Mendoza, President in charge. Juan de Escalona. Baltazar Padrón. José Tomás Santana, Secretary.